Desde la envidia sana que algunos tienen, a la envidia destructiva de otros, existen circunstancias sociales, culturales y familiares. Es lamentable saber de familias, en donde una educación desigual entre los hijos fomentan las mas lamentables, envidias entre propios hermanos, llegando a destruir la estructura familiar. En los propios centros de trabajo, en ocasiones, se puede respirar un ambiente hostil hacia algunos miembros, repercutiendo en la falta de productividad y calidad en el resultado del trabajo.
Una sociedad consumista y materialista es el perfecto caldo de cultivo para desarrollar las mas ínfimas envidias entre sus miembros, la publicidad mal enfocada hacia estereotipos de hombres y mujeres perfectos hacen caer en la obsesión del yo mejor, yo mas guapo y yo mal alto.
Existe la envidia sana o constructiva, personas que intentan imitar conductas de otros, que pueden ser beneficiosas para si mismos, o formas de vida saludables y armónicas para una sociedad mas igualitaria y solidaria.
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